Quejas y dolor sin causa física aparente en niños
Algunos niños sufren molestias de larga duración, como dolores de cabeza, fatiga, dolores musculares, mareos o molestias abdominales, sin que el pediatra pueda asignar una causa física. Quejas que duran más de unas semanas y que no pueden explicarse, puede saber exactamente qué es y qué puede hacer al respecto aquí.
¿Qué es SIEP?
En inglés de Somatically Inadequately Explained Physical Complaints (quejas físicas somáticas inadecuadas). Se trata de molestias físicas persistentes que limitan la vida diaria de tu hijo y le causan muchos problemas, pero en las que no se ha encontrado un diagnóstico médico de una enfermedad o trastorno tras un examen médico. Puede implicar todo tipo de dolencias, desde dolores abdominales y de cabeza hasta fatiga crónica. Se trata de síntomas que persisten durante al menos unas semanas de forma continuada o por períodos.
Las dolencias para las que no se encuentra una causa física también se denominan dolencias funcionales (porque se altera una función del cuerpo) o psicosomáticas (dolencias físicas que están relacionadas con dolencias psicológicas). El término quejas psicosomáticas no significa que las quejas sean inventadas. Efectivamente, hay quejas reales (de dolor). Es importante que las quejas se reconozcan y se tomen en serio. Pero tener dolor y/o molestias no significa necesariamente que haya un daño tisular o una enfermedad.
El dolor crónico tiene más que ver con la forma en que el cerebro y el sistema nervioso siguen «transmitiendo» el dolor. Varios factores pueden influir en su aparición. Afortunadamente, esta dolencia puede tratarse de diferentes maneras.
Quejas en niños y adolescentes
Cualquiera puede desarrollar esta dolencia a cualquier edad, pero suele empezar en la infancia o la adolescencia. Las quejas más comunes en niños y adolescentes son el dolor de estómago crónico, el dolor de cabeza crónico, el dolor articular o muscular crónico (espalda, cuello, brazos o piernas) y la fatiga crónica. A veces un niño tiene una sola queja, pero a veces se trata de una combinación de quejas. En los niños, es igualmente frecuente en niños y niñas, pero a partir de la pubertad se diagnostica con más frecuencia en las niñas.
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Consecuencias en los niños
Si un niño o un adolescente sufre los síntomas durante un período prolongado, esto puede tener un impacto significativo en su vida diaria. Por ejemplo, los niños con esta dolencia pueden dejar de ir a la escuela, reunirse con amigos o practicar sus aficiones o deportes debido a sus síntomas. Como resultado de evitar las actividades, la salud general del niño se deteriora aún más y pierde la confianza en su cuerpo. Esto puede crear una espiral negativa.
A veces, los niños con este problema se encuentran con una falta de comprensión por parte de sus padres o surgen discusiones dentro de la familia. Por lo tanto, puede provocar aislamiento social, ansiedad y/o depresión en el niño. Esto, a su vez, puede empeorar los síntomas físicos, ya que si un niño se siente mal mental y emocionalmente, esto también puede afectar a su cuerpo.
Reconocer los síntomas en tu hijo
No podemos hablar de los «síntomas». Un niño puede tener dolor de cuello crónico, mientras que otro puede sufrir náuseas, vómitos y fatiga. Los siguientes síntomas son los más comunes en niños y adolescentes:
- Dolores de cabeza crónicos
- Dolor de estómago crónico
- Dolor muscular o articular prolongado
- Dolor de espalda
- Dolor de cuello
- Náuseas
- Vómitos
- Síntomas de la parálisis
- Mareos
- Cansancio crónico
- Problemas de digestión
- Problemas de memoria o concentración
- Sordera
- Problemas de visión
- Problemas para hablar o tragar
- A veces también es una combinación de los síntomas anteriores.
- Así pues, aunque no existen síntomas claros, hay una serie de características que se aplican a todos los casos:
- Todos los síntomas son síntomas a largo plazo (o recurrentes) que no desaparecen.
- Tu hijo está limitado en su vida diaria por esos síntomas.
- Para todas estas dolencias, no se puede encontrar una explicación médica clara tras el examen.
Causa
No existe una causa única para estás dolencias. A menudo se trata de una combinación de factores que pueden provocar dolencias físicas. Los factores que se enumeran a continuación pueden desempeñar un papel en el desarrollo de estos síntomas:
- Estrés o tensión
- Un evento traumático
- Una enfermedad, un accidente o una lesión sufrida anteriormente
- Factores genéticos
- Comportamiento aprendido
- Rasgos de personalidad
- Características de la familia
- Sobreprotección o excesiva atención a los síntomas de dolor
Un trastorno psicológico (entre un tercio y la mitad de los niños con SOLK padecen también un trastorno psiquiátrico, como depresión, trastorno de ansiedad, TDAH, TDA, autismo o trastorno alimentario)
También hay factores que pueden mantener o empeorar, como las quejas psicológicas (depresión, ansiedad), el aislamiento social, un patrón de sueño alterado o el estrés en la escuela, para tener más información al respecto, te dejo el enlace a otro de nuestros artículos donde hablamos sobre el estrés en la infancia. Además, su hijo puede empezar a pensar en la fatalidad y convencerse de que sus síntomas nunca desaparecerán, lo que puede reforzar o mantener los síntomas.
Diagnóstico
Si tu hijo sufre ciertos síntomas físicos durante mucho tiempo, debes llevarlo al médico de cabecera. En primer lugar, el médico hablará contigo de los síntomas y hará una exploración física para encontrar la causa. Al fin y al cabo, se trata de quejas que pueden tener una causa médica.
Si no se encuentra inmediatamente una causa médica, será necesario realizar pruebas adicionales. Tal vez se requieran análisis de sangre o tu hijo tenga que llevar un diario o «calendario del dolor» para conocer mejor sus síntomas. Su médico de cabecera también puede remitirle a un especialista. Sólo si, tras estos exámenes adicionales, no se encuentra ninguna explicación médica, se habla de síntomas físicos insuficientemente explicados.
Por eso, a veces se puede encontrar una causa física que explique los síntomas, pero no está claro por qué los síntomas duran tanto o son tan intensos en tu hijo. Por ejemplo, si sintió inicialmente náuseas debido a una intoxicación alimentaria, pero luego las náuseas nunca desaparecen o siguen apareciendo, aunque la intoxicación alimentaria haya terminado.
Tratamiento
Hay diferentes tratamientos disponibles, dependiendo de los síntomas de tu hijo y de lo que pueda estar causándolos. Tu médico de cabecera o pediatra te explicará las opciones y os recomendará un método de tratamiento. Por ejemplo, puede ser remitido a un fisioterapeuta psicosomático, a un fisioterapeuta pediátrico, a un centro de rehabilitación o a una consulta externa especial en el hospital. El tratamiento se adapta a la situación personal de tu hijo. Un plan de tratamiento, por ejemplo, puede consistir en una combinación de fisioterapia y sesiones con un psicólogo.
Los posibles tratamientos son:
- Fisioterapia psicosomática
- Terapia de ejercicios
- Ejercicios de relajación
- Consultas con un psicólogo
- Terapia familiar
- Terapia cognitivo-conductual
- Hipnoterapia
- EMDR (terapia basada en los movimientos oculares)
- Posible uso de medicamentos para la ansiedad o la depresión
Además, un estilo de vida regular (comer y dormir bien, hacer ejercicio) ayuda en el tratamiento.
El papel de los padres
Esto también puede provocar situaciones difíciles para los padres. En primer lugar, es difícil reconocer este tipo de dolencia. Si tu hijo tiene síntomas vagos y recurrentes sin causa aparente, puede pensar que está haciendo de las suyas. Los niños a veces tienen dificultades para nombrar lo que les molesta. Pero si tiene regularmente molestias físicas, es conveniente que acudas al médico en cualquier caso.
Si, después de varios exámenes médicos, no se encuentra ninguna causa y se hace el diagnóstico de esta dolencia, esto puede ser bastante difícil de aceptar. Puedes sentir que no se le toma en serio, tu hijo tiene molestias físicas evidentes, así que debe haber una causa. Probablemente ya haya pasado por un largo proceso médico y quizás tenga sus propias sospechas sobre otra causa. Siempre puedes expresar estas dudas y sospechas al médico. Mantengan una buena comunicación entre ustedes, pero tomen en serio el diagnóstico y los consejos de los especialistas médicos. Al fin y al cabo, el tratamiento rápido aumenta las posibilidades de recuperación, por lo que es conveniente no retrasar el tratamiento.
Además, es importante para el tratamiento es que tu, como madre, también confíes en él y se esfuerce para que el tratamiento sea un éxito. Puedes discutir con el médico las distintas opciones de tratamiento de su hijo para que juntos puedan llegar a un enfoque adecuado.
¿Existe una cura?
La mayoría de los niños con estos síntomas se curan con el tiempo. A veces los síntomas desaparecen por sí solos al cabo de unas semanas o meses, pero otras veces necesitan tratamiento. Un pequeño número de niños nunca se libran realmente de sus síntomas y siguen padeciéndolos incluso de adultos. Las posibilidades de una buena recuperación dependen sobre todo de un enfoque rápido, así que lleve siempre a tu hijo al médico si tiene síntomas prolongados o recurrentes sin una causa clara. Cuanto antes pueda ser tratado tu hijo, más posibilidades tendrá de recuperarse rápidamente.
Toda la información que te damos en este artículo es orientativa ya que cada niño y cada familia son diferentes y únicas.
Carolina González Ramos
Edda Virtual Solutions
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