¿Qué es FOMO y PHUBBING? Adicciones digitales en familia
El FOMO y el PHUBBING son dos de las nuevas amenazas virtuales a las que los usuarios digitales nos enfrentamos. Lo peor es que tienen repercusiones en las personas que nos rodean. Son adicciones difíciles de combatir, sin embargo no es imposible.
Pero empecemos por saber, ¿qué es FOMO?
FOMO significa por sus siglas en inglés Fear Of Missing Out, lo que en español puede traducirse como el “miedo a perderse algo o desconectarse”, es decir, miedo a perdernos todo aquello que pasa en la web mientras no nos conectamos. Por eso muchas personas sienten ansiedad cuando su teléfono se descarga, falla el internet en la casa, o se va la luz.
Estamos tan acostumbrados a publicarlo todo y a enterarnos en tiempo real de la vida de los demás, que desconectarnos y “perdernos” toda aquella información relevante, nos aterra.
Por lo mismo, nos volvemos adictos a nuestros dispositivos y bien podría decirse que “la vida es todo aquello que pasa mientras nosotros estamos horas y horas en nuestro celular”. La realidad es que nos perdemos de cosas importantes y momentos relevantes en nuestra vida y en la de nuestros hijos, por estar “poseídos” con el celular, o la computadora, o la tablet, o la televisión.
Llega ese momento en que la realidad supera la ficción, y esa imagen de nosotros dando likes a fotos en Facebook mientras nuestros hijos dan sus primeros pasos o, en el peor de los casos, se tragan algo peligroso o se caen de alguna altura considerable, es cada vez más real.
Por su parte, el PHUBBING es otro mal de la era moderna.
Se refiere a cómo ignoramos a los demás por estar con el dispositivo en nuestra mano. Es como no estar presente, es como si nos convirtiéramos en un mueble más al no interactuar con quienes nos rodean.
Esto es cada vez más un problema serio. Es esta época hemos empezado a recibir quejas que los padres de antes no recibían. Hemos provocado que nuestros hijos levanten la voz para que apartemos la vista del celular y podamos ponerles atención. Hemos provocado comportamientos extremos en ellos para ser tomados en cuenta.
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¿Estamos criando a una generación de familias que ya no conviven, no socializan, no se cuentan cómo les fue en el día, sino que están cada uno dispersos en sus dispositivos?
Debemos reflexionar sobre si dedicamos mayor atención a las redes sociales y la vida digital, que a nuestros propios hijos, y debemos ser capaces de dimensionar lo que les estamos enseñando con el ejemplo.
Habemos muchas personas que nos ganamos la vida haciendo diversas actividades por horas en la computadora y dispositivos móviles. No podemos evitarlo, no podemos dejarlo de hacer pues de ahí obtenemos los recursos para mantener a nuestras familias. El truco está en definir tiempos de uso, en establecer reglas, en someternos a dinámicas digitales que no pongan en riesgo nuestra vida real y la relación con los que más amamos.
Por ejemplo, pasadas las ocho horas de trabajo frente a la computadora, apagarla de inmediato y regresar en cuerpo y mente a nuestra vida real en familia. Otro buen ejemplo es prohibir el uso de celulares para cualquier miembro de la familia a la hora de la comida, o dedicar un par de horas al día – o lo que sea posible – para la convivencia familiar offline.
Cada familia encuentra la dinámica que mejor le funcione, para este y para cualquier otro tema. No se trata de establecer reglas para todas las familias, sino que cada familia encuentre sus propias reglas.
No permitamos que esta nueva clase de adicciones digitales afecten la relación que tenemos con nuestros hijos. De entrada, si ahora ya sabes de su existencia, estás un paso más cerca de tomar las decisiones adecuadas para tu vida y la de los tuyos.
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