
¿Cómo recuperar la motivación para hacer ejercicio o ir al gym?
El ejercicio, como sabemos, es una actividad indispensable en la vida de cualquier persona para mejorar su salud. Sin embargo, en ocasiones nos puede llegar una época en la que no encontramos motivación para incorporarlo en nuestra rutina, y la verdad es que esto pasa muy seguido, desde dejar de ejercitarnos porque nos sentimos cansados, con sueño, ocupados, estresados, porque la mensualidad es cara, cualquier cosa. Si bien la idea no es crear culpa y saber escuchar nuestro cuerpo, sí es bueno intentar nuevas técnicas para que, a pesar de estas situaciones, podamos mover nuestro cuerpo.
Este artículo está hecho para esas personas que quieren iniciar, que ya iniciaron pero lo dejaron, que ya han intentado varias veces y, por más que llevan muy buena racha, lo terminan dejando. Te traigo varios tips para que puedas encontrar esa motivación y puedas ser más constante haciendo ejercicio.
Pregúntate cuál es tu significado del ejercicio.
Aunque no lo creas, este es un punto súper importante porque normalmente nos venden el ejercicio como una actividad obligatoria, pesada, no agradable, cuyo objetivo principal es agradar a los demás y vernos más guapas. Claro que con esto en mente nadie querrá hacer ejercicio porque pareciera que debemos cruzar un camino horrible para alcanzar el regalo prometido, que puede o no llegar. Entonces, te propongo algunos otros significados en los que podrás pensar cuando no tengas ganas de iniciar:
El ejercicio es una forma de estar contigo y de olvidarte por un rato de todo lo que te rodea. Una forma de desestresarte e incluso de divertirte. Puede ser una manera en la que tengas pequeños logros que solo tú conozcas. Si te gustan los retos, piensa en eso. En caso de que hagas ejercicio fuera de tu casa, puede ser una manera de hacer nuevas amistades y de tener experiencias únicas, recordarte que se siente bien estar vivo. Una manera de regresarle a tu cuerpo todas esas cosas que hace por ti, de agradecerte a ti lo mucho que haces en el día a día.
Puede ser incluso cualquier actividad física que te permita mover tu cuerpo. Significa incluso una caminata como ese ejercicio del día y tiene el propósito de mejorar o mantener su condición física y su salud general. Implica mover el cuerpo de manera estructurada y repetitiva para fortalecer músculos, mejorar la resistencia cardiovascular, aumentar la flexibilidad, reducir el estrés y promover el bienestar general. Prácticamente es una manera en la que ahora subir escaleras no dolerá tanto, en la que, ante cualquier situación, tendrás la habilidad de reaccionar adecuadamente. Puede ayudarte con la memoria, y lo verás en tu día a día. Entonces, el ejercicio puede ser un montón de cosas menos ese camino difícil, pesado y aburrido. Hay que cuidar mucho la manera en que abordamos las cosas que hacemos.
Hazlo paulatinamente.
A ver, aquí es una clave también: a veces queremos todo perfecto y a la de ya; queremos de un día a otro ir al gimnasio dos horas, comer puras cosas sanas, levantarnos a las seis de la mañana, cuando nuestra rutina es no hacer nada, no tenemos una rutina en alimentos y nos levantamos por ahí de las 12 del día porque nos dormimos a las 4 de la mañana. Evidentemente no nos va a salir, y si lo logramos unos días, después vamos a tronar. Si bien la intención es buena y puede que nuestra meta sea muy hermosa, permítete no castigarte ni hacer de esto un tormento. Empieza por 15 minutos o 20 al día. Si no quieres ir al gimnasio, camina, baila, etcétera. De igual manera, si no pudiste levantarte a las 6 de la mañana, al menos levántate media hora antes del mediodía y duerme media hora antes igual. Ve poco a poquito y ponte metas.
Diversifica tus ejercicios.
Muchas veces el no amor al ejercicio viene de hacer las cosas forzadas. Dependiendo de cada uno de nuestros gustos, habrá ejercicios que amarás más y otros que no tanto. Por eso no te obligues a permanecer en algo que no te gusta hacer. Permítete experimentar diferentes actividades. No todo es el gimnasio; puede ser bailar, correr, jugar fut, básquet, vóley, nadar. El punto es que, mientras lo hagas, aunque no te sea fácil, lo disfrutes mucho.
Combina lo que te gusta hacer.
A veces no queremos dejar esa serie, por lo que no nos levantamos del sillón o la cama, porque claro que sí, estamos cansados y queremos una pequeña fuga. Lo que te recomiendo es que, si ese día no te sientes motivado, tomes tu celular con la serie y te pongas un ratito en la caminadora o pongas el podcast que más te guste mientras hagas ejercicio. Si bien lo más recomendado es no perderte de esa conexión con tu cuerpo y estar presente en el momento, hay ocasiones en que cuesta más y se vale acompañar las dos cosas: una que querías hacer y otra que no tanto.
Prepárate con tiempo.
Saca tu ropa de ejercicio una noche antes para que sea lo primero que veas al despertar. Pon tu despertador junto a tu ropa y, en cuanto suene, vístete, come algo leve y a moverse.
Busca actividades físicas que sean accesibles a tu estilo de vida y horario.
Por ejemplo, inscríbete en un gimnasio cerca de tu casa u oficina. Si el clima es caluroso en donde vives, prueba la natación y ¡refréscate todos los días! Si hay una ciclopista cerca de tu casa, sal a andar en bici o a correr. De igual manera, si en algún mes no tienes oportunidad de pagar mensualidades, acondiciona tu hogar para hacer ejercicio y no parar tu proceso.
Sé flexible.
Cuando las cosas no vayan como quieras, no te detengas, sigue con tus planes. Seguro te ha pasado que, si te levantas tarde, ya parece que todo tu día se arruinó. Permítete intentar hacer una parte de esas metas del día. Si harías dos horas, haz 20 minutos, y seguro te sentirás más feliz con esa sensación.
Invierte en ropa linda para hacer ejercicio.
Aunque no lo creas, sí hace una gran diferencia el hecho de usar un conjunto muy profesional para el gimnasio. Compra unos buenos tenis que sean especiales para la actividad que vayas a realizar; eso no solo te dará motivación, sino también te evitará cualquier lesión.
Intenta ejercitarte por las mañanas.
Las personas que lo hacen suelen apegarse más a su rutina de ejercicios, a diferencia de quienes lo hacen en la tarde o noche, y suelen encontrar más impedimentos para lograrlo: ya sea flojera, trabajo, compromisos sociales, etcétera. Conforme avanza el día, todo se les va acumulando en cuanto a actividades, entonces puede ser un buen horario para que sea de lo primero que hagas.
Encuentra una rutina.
Realiza el ejercicio a la misma hora cada día. De esta manera será más fácil que se convierta en un hábito, se convertirá en una parte indispensable. Eso sí, en caso de que seas una persona a la que no le guste lo rutinario, mejor ve jugando con los horarios.
Nunca hagas ejercicio en ayunas.
Recuerda que tu cuerpo necesita energía para moverse. No te castigues ni sigas ese mito de que es mejor en ayunas. Todo lo contrario: tu cuerpo no se concentra en crear músculo, sino en no desmayarse, y eso provoca que no disfrutes tampoco tu tiempo ejercitándote porque tienes hambre, dolor de cabeza o mareos.
Busca un compañero de ejercicio
Esto te ayudará a motivarte cuando tú no quieras hacer ejercicio. Realicen ejercicio juntos y pónganse retos cada vez mayores. Este puede ser un buen punto. A veces nos cuesta ir solos o animarnos; si es el caso, busca a ese aliado.
Esperamos que todos estos consejos te sirvan mucho en tu proceso. Recuerda ser amable contigo mismo; tu cuerpo necesita movimiento, pero a su vez no tienes por qué exigirle de un día a otro un cambio enorme. Permítete poner tus propias metas y reglas. ¡A ejercitarnos!
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