En realidad, no hay una sola respuesta para esta pregunta, pero hay algunas situaciones muy recurrentes que se vuelven muy importantes en el desarrollo de los más peques. Algo que notarás es que el problema como tal no es que los papás tengan diferencias, sino la manera en que las desarrollan y lo enfrentan. Es decir, hay que poner ojo en las habilidades que tenemos como adultos y papás para resolución de problemas.
¿Qué pasa cuando peleamos frente a los niños?
Aprenden cómo deben ellos resolver diferencias:
Así es. Cuando los pequeños ven tanto en televisión como en círculos cercanos formas de enfrentar las situaciones, lo primero que harán será imitarlo. Ellos son pequeños y aún no entienden que hay muchas formas, entonces los niños hacen uso de lo que consideran puede funcionarle con las personas más cercanas. En este caso, si se da cuenta de alguna pelea e identifica chantajes, ley de hielo, groserías, etc., o por el contrario validación, amor, respeto, acuerdos, pues es lo que aprenderá.
Normalizan lo que ven:
Tal como ya planteábamos anteriormente, los niños se adaptan. Si ven a papá y mamá discutir todo el tiempo, aprenderán a lidiar con esto. Por eso es que de repente nos sorprenden las respuestas de los niños, pero no significa que sea lo mejor, sino que están aprendiendo que la base de toda relación es la pelea, por lo que construirán lo mismo con compañeritos y futuras relaciones.
Puede sentir mucha confusión:
Uno de los errores más comunes es pelear frente al niño y hacer después como si nada, o cuando pregunta, negarle respuestas. No decimos que des santo y seña, pero al menos algo pequeño le permitiría entender algo sobre aquello donde no había pedido ser incluido.
Identifican nuevos temas de conversación:
En ocasiones, la mayoría de peleas de adultos son sobre temas que los niños no deben conocer aún o al menos no de esta manera. Por ejemplo: infidelidad, cuestiones económicas, etc. Por lo tanto, provocamos en ellos pensamientos que aún no pueden comprender o procesar.
Pueden desarrollar temor a enfrentar problemas y ser más tímidos:
Cuando los pequeños observan constantemente un mal desarrollo de discusiones, suelen asociarlo a lo que puede pasarle a una persona, por lo que pueden ser niños que eviten hablar de sus inconformidades, les es difícil poner límites o defender sus derechos, pues desean mantener feliz a los demás y evitar peleas. De igual manera, si consideran que el adulto que los cuida no les ayudará o que con algo que digan pueden venir los problemas, pues se volverán más tímidos y lo evitarán.
Se vuelven mediadores:
Otra cosa común es que los niños se vuelvan escuchas después de las peleas y desarrollen habilidades de mediadores o den consejos. Lo más común es escuchar que son niños muy «maduros». Cosa que sí, pero no. Más bien son niños que se vieron obligados a aprender nuevas habilidades para así resolver lo que los adultos viven. Es posible que sean pequeños muy empáticos, pero nada en extremo es bueno. Estos pequeños pueden dejar muy de lado sus propias emociones, llorar cuando nadie los mira, tener altos grados de ansiedad y estrés.
¿Cómo evitar que los hijos presencien problemas de pareja?
Retoma los problemas asertivamente:
Primero que nada, la idea no es que los hijos ignoren por completo que son personas diferentes y tienen discusiones, sino que en caso de suceder frente a los niños puedan expresar con amor y respeto la situación y, si es necesario, comentar a los niños que lo platicarán a solas porque quieren estar bien y sentirse cómodos.
Por ejemplo: Si tu pareja hizo una broma que no te gustó y te enfadó, puedes en ese momento decirlo como te gustaría que tus hijos compartieran sus emociones cuando les suceda:
«Amor, sé que solo quisiste hacer una broma y que no tuviste una mala intención. Sin embargo, eso me hizo sentir triste porque creo que es un tema que para mí es importante. Si pudiéramos evitarlo, sería genial.»
Y posteriormente hablarlo en privado. De igual manera, la idea es que la respuesta de tu pareja venga con empatía y cariño:
«Te pido una disculpa, no fue con mala intención, pero entiendo que puede ser un tema con el que no se bromea porque es importante para ti. Gracias por comunicarlo.»
De esta forma, tus hijos se verán maravillados y aprenderán sobre asertividad. Es una forma de cuidar de ti y de ellos. Un mal abordaje sería en ese momento aplicar la ley del miedo frente a tu pareja, gritarle groserías, aventar cosas e irte. Incluso sería confuso que no digas nada y, cuando tu pareja se aleje, comentes con tus hijos tu malestar.
Hagan claves en pareja:
En ocasiones no podemos hablar tan asertivamente o nuestro enfado no se va tan rápido. Si consideras que es un tema que no pueden hablar frente a los niños o que requiere de más charla y en este momento no te sientes preparada, puedes tener claves ya con tu pareja. Así es, antes de que pasen. Hablen sobre tal vez una palabra que signifique que se molestaron y necesitan hablar en el momento yendo a otro cuarto, o que necesitan tiempo para estar solos y después hablar, etc. Es perfecto porque así no necesitan evidenciarlo, pero también se aborda sin ignorar lo que pasa.
Den explicaciones hasta donde se requiera, con límites y amor:
Hay cosas que no podemos hablar con los niños, tal vez no porque ellos no entiendan, sino porque o su edad aún no lo amerita o porque nosotros no sabemos cómo. Si es el caso, pero pelearon frente a ellos, recuerda que ustedes fueron los primeros que iniciaron la situación y que su curiosidad es normal.
Opta por expresar tus sentimientos y un poco de la situación:
«En este momento me siento enojada con papá, lo sigo amando con todo mi ser, pero no me gustó que hiciera un comentario sobre mi trabajo. Aunque no hubo mala intención, yo me sentí triste, así que mami necesita un tiempo para respirar y poder charlar con papá. Esto es algo normal y común en las personas, podemos enojarnos, pero siempre respetando al otro y cuidándolo, pero también cuidándonos.» Eso les dará calma y guía sobre qué hacer.
Acuerden espacios y horarios donde estén solos para hablar como pareja:
Muchas veces las discusiones son producto de temas que se nos acumularon. Entonces, elijan un momento en el día donde no tengan a los niños en casa o cerca para hablar de todo lo pendiente y así evitar que escale a discusiones grandes. Ahí pueden hablar de lo que verán como detalles, pero que los puede salvar mucho de momentos futuros.
No pidan consejos sobre su relación a los niños:
A veces, cuando nos cuesta un poco expresarnos con amigos u otras personas, nuestra fuga momentánea son los niños. Parece que en ocasiones tienen respuestas muy bellas y sensatas. Sin embargo, no es algo que pueda ser justo porque no han vivido cosas que les permitan comprender la situación al cien.
Es por eso que se vale pedirles consejos sobre otros temas o sobre formas de tener detalles con tu pareja, de preparar sorpresas, etc., pero no de peleas donde tengas que darle todos los detalles porque a veces esto también crea una barrera del niño con la otra persona. Y a la hora ya estamos bien como pareja, pero los niños no lo ven así y continúan con confusiones.
Pregúntale sobre su sentir:
Validar a los más pequeños es indispensable en este tema. Hay que preguntar por sus pensamientos y emociones porque en ocasiones pueden llegar a pensar que ellos ocasionaron la discusión y eso les puede crear inseguridades.
Siguiendo con el ejemplo de la broma, imagínate que tu pequeño, antes de la broma del papá sobre tu trabajo que te hizo enojar, fue quien sacó a tema tu trabajo, pero desde otro sitio. Entonces, puede generar la idea de que si no lo hubiera dicho, todo estaría bien. Hay que mirar cómo se sienten frente a eso.
Aprender a pedir disculpas:
En ocasiones podemos no procesar nuestras emociones como deberíamos frente a los más pequeños, y eso provoca que ellos se sientan mal, confundidos, enojados o tímidos. Hay que romper la idea de que podemos hacer como si nada pasara. Aprendamos que pedir disculpas a los más pequeños también es necesario, pues les otorga un lugar de igual valor que todos y de cariño. No seremos siempre los papás del año, pero sí podemos corregir aquello que consideramos no fue tan correcto.
Esperamos que este artículo te fuera de mucha utilidad y que te permita seguir aprendiendo junto con tu pareja diferentes formas de negociar esas diferencias cuidando tanto de ustedes como de los más peques de la casa.
Cuéntanos, ¿qué crees que sea lo más difícil de lograr? ¿Sobre qué más te gustaría que ahondáramos?