Me hice vieja en el 2018
Artículo escrito por Carmen Lucia De La Torre Hernandez
Me hice vieja en el 2018, tuve la 4ta alegría más grande, era un regalo que no podía creer que Dios me lo estuviera confiando sin esperarlo; me volvía loca de felicidad.
María mi hija bailaba de alegría de tener un hermano más.
María de 3 años y medio Y Francisco de 9 meses…. y yo ya esperando un 3er hijo…. me sentía tan dichosa … dije a todo el mundo y contaba cuanto se iban a llevar mis hijos y no tenía miedo de tener dos bebés al mismo tiempo.
A las 10 semanas … fuimos los más tristes, me dolía en el alma que se me estaba yendo mi bebé, su latido era débil, y en la semana 12 mi bebé se fue… mi latido se apagaba junto con el de ell@.
La bautizamos niña porque María dice que era una niña, se llama Ángela y le rezamos al cielo que nos cuide, y nos reconforta tener a un miembro de la familia en el cielo con vara alta.
No podía creer sentir tanto sufrimiento, pero no tenía miedo de intentarlo nuevamente. Ni cuenta me di cuando otra vez ya sospechaba que estaba embarazada …. me hice una prueba con mi hermana y me salió POSITIVO, y con mil emociones me alegré, no lo podía creer!.
No sabía como decirle a mi marido y a mis papás, tenía mucho miedo, miles de sentimientos encontrados, y estábamos apachurrados aún por lo recién vivido, y al mismo tiempo súper esperanzados a conocer a este nuevo bebé, muy muy felices!
Algo dentro de mi sabía que algo no iba bien, en efecto… no pudimos escuchar su hermosa música y otra vez al quirófano.
También esta vez con el miedo de despertar sabiendo que saldría con los brazos vacíos, y una soledad ensordecedora.
Sentí los dolores más grandes que he sentido, física y espiritualmente; pérdidas intangibles, un sufrimiento que cuesta que los demás entiendan, incluso a mi marido le costaba entender que yo me desgarrara .
Pensaba … si yo no hubiera tenido a María y a Francisco, ¿Con mis dos bebés del cielo sería mamá? Nadie me iba a decir nunca mamá; A la vez me sentía muy afortunada y reconfortada de llegar a mi casa, abrazar a mis niños María y Francisco, agradecida con Dios por dejar que ellos me dijeran mamá y poder apachurrarlos y darles ataques de besos.
Fuimos a terapia y acordamos llorar lo suficiente para vivir nuestro duelo y purificar el alma. Con mi marido la cosa iba muy bien y muy mal, un dolor muy difícil de entender, cada uno a su estilo y los dos tristes…
Me salieron más canas, se me fueron las ganas , me dolieron mis rodillas, mi piel se secó, mi cuerpo cambio, amigos llegaron, otros ni sus luces, me sentí muy sola; pasaba días sin hablar con nadie, se me acabaron los temas de conversación, me costaba trabajo estar en cualquier sitio, prefería no ir a lugares donde me sintiera expuesta y no supiera de que platicar.
Me costaba trabajo escuchar a la gente sin estar pensando todo el tiempo en mis pérdidas.
Y de repente, me di cuenta que no soy el centro del universo, que soy una más en el mundo, y que a todo mundo nos pasan cosas buenas y malas, y que la diferencia en unos y otros está en como llevarlas; claro esto sucedió una vez atravesando varias etapas de mi duelo.
Tenía que tener actitud y me tenía que importar vivir y vivir feliz; tenia que escuchar a los demás y ser compasiva con el dolor ajeno y ser paciente cuando algunos me dijeran comentarios fuera de lugar como: » bueno pero tienes más hijos » , ay pero tenías poquito » , » lo bueno que no los conociste , si no que difícil «, » estas joven puedes tener más» Y aunque me sigue doliendo hasta de recordarlo…. aprendí a escuchar con misericordia, con cariño y sin sentirlo personal.
Me hice vieja porque siento que se fueron muchas cosas con mis pérdidas; entendí lo que mis papás siempre me decían, que no se puede tener tantos amigos, porque es difícil mantenerlos y que sea recíproco, así que también solté “amistades”.
Ahora me siento más vieja y más feliz porque considero que he madurado, depure mi alma, mi corazón, mis amistades, y mis emociones .
Me volví mas ligera porque no cargo con prejuicios y el que dirán.
Entendí que hay gente que sabe querer muchísimo y es compasiva con el dolor ajeno, ojala cuando alguien herido llegue a mi, sepa ser así de empatica; como disfruto a los que me dan su cariño.
Aún no me pinto las canas porque GAD, OTRA VEZ ESTOY EMBARAZADA!!! Me sigo haciendo vieja porque tomo muchísimas pastillas como los viejitos para estar fortalecida y que mi bebé se logre. Mi panza moreteada de tantas inyecciones me recuerda la belleza de la vida y mi nuevo gran motivo para seguir adelante.
Definitivo el dolor purifica y me recuerda que vale la pena todo el sufrimiento por volver a tener vida dentro de mi.
Me vuelvo loca de alegría de volver a tener la oportunidad de ser mamá. Hacemos muchos sacrificios por esta nueva etapa de nuestras vidas, y nos hace recordar que vale la pena vivir!
Me estoy haciendo vieja teniendo la vida que deseaba, eso me hace muy feliz .
Con amor… Carmen Lucia De La Torre Hernandez.
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