¿Por qué los niños no son empáticos?
En ocasiones, gracias a la observación, logramos identificar que existen pequeños que no son tan empáticos con las personas que los rodean. Algunas veces, cuando se trata de nuestros hijos, nos preguntamos qué está pasando o a qué puede deberse, esto porque consideramos que hemos hecho todo lo que está en nuestras manos para lograr lo contrario. En este artículo hablaremos de algunas posibles respuestas ante la pregunta de por qué los niños no son empáticos como quisiéramos.
1. Cambios en el entorno.
Este es uno de los principales motivos por los que los niños suelen cambiar su actitud en general, pareciendo menos empáticos con las personas que los rodean, pero lo que realmente está sucediendo es que están en un proceso de adaptación a su nuevo entorno.
A pesar de que el cambio sea pequeño, para ellos puede ser grande; es entonces que debemos acercarnos a ellos y comenzar a ser empáticos ahora nosotros: Aprender de su manera de afrontar la situación, si este alejamiento o falta de empatía se debe a una expresión de sus emociones, a que desean manifestar su enfado, etc. o a que simplemente está tomando un tiempo para meditar las cosas.
Es posible que una vez que se adapte o hable y elaboren entre los dos un plan para trabajar sus incomodidades, su forma de ser volverá a la normalidad.
2. Falta de espacios de socialización.
La empatía es parte de nuestros aprendizajes, la única manera de desarrollarlo es en la práctica, estar con otras personas diferentes. Muchas veces en casa se dejan de lado este tipo de espacio para ser empáticos, pues ésta se da por hecho.
Aunque en parte se aprende con el ejemplo, es necesario que pueda conocer otros medios diferentes al de él o ella, esto le permitirá justamente encontrarse con choques culturales que le ayudarán a desarrollar su empatía. Es importante explicarle que muchas veces es más fácil entender a las personas con las que convive, que comparten los mismos valores, porque no hay nada que le incomode; pero no es lo mismo empezar a respetar a otra persona completamente distinta, que tiene condiciones que en la vida imaginó.
3. Cuestiones de edad.
Hasta la edad aproximada de los 4 años, los pequeños pueden presentar lo que llaman egocentrismo.
Esto no significa que sean malos o mal educados. Se trata de una cuestión de adaptación al mundo.
Están preocupados por entender y sobrevivir en su medio. Claro que esto a pesar de que se debe a la edad, puede irse contrarrestando a partir del modelaje de las acciones que consideramos son empáticas y deseamos aprenda, así como estableciendo reglas de convivencia y socialización.
4. Poco conocimiento de sus emociones.
Para que un niño logre identificar en otra persona una emoción o pueda ser respetuoso cuando lo presenta, primero debe entenderse a sí mismo. Si el pequeño no aprecia aún la importancia de las emociones no podrá desarrollar con tanta facilidad la empatía. Incluso puede llegar a menospreciar lo que el otro siente, por esta falta de conocimiento, entonces debemos ayudarlo a que aprenda sobre su funcionalidad y cómo identificar dichas emociones.
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5. Se le da la razón de todo.
En muchas ocasiones para evitar pelear con los niños o porque creemos que no pueden aún entender otros puntos de vista, se les da la razón de todo. Esto puede llevar a que el niño crea que la única realidad o verdad posible es la que él tiene. Esto puede funcionar en casa pero una vez que esté fuera, conviviendo con otros pequeños, puede desarrollar problemas al momento de desarrollar habilidades sociales.
Te recomendamos no imponerle tampoco tu punto de vista de las cosas, sino enseñarle a entrar en un diálogo. Intentar que tenga como objetivo escuchar al otro y poder entenderlo, aunque no se esté de acuerdo. Llegar a puntos medios, negociar con ellos desde pequeños. Así serán no solo empáticos, sino también independientes.
6. No le encuentra una utilidad.
Esto es muy común, se le pide ser empático por ejemplo cuando su amiguito no alcanzó dulces de la piñata y él o ella tiene muchos. Es cierto que a simple vista, pensar en darle uno de sus dulces no será agradable, por el contrario, verá más desventajas que ventajas en ser empático. Es entonces que podemos ir de poco en poco; tal vez analizar la situación, imaginar con el contexto del otro ella o él cómo se sentiría en ese momento; si realmente le afectará mucho darle un dulce, ver todo y enfocarse sobre todo en las ventajas a nivel social que esto tiene.
La oportunidad de formar vínculos, de comparar experiencias, etc. suele ser difícil con los más pequeños y requiere de todo un proceso que requiere más tiempo y paciencia.
7. Tuvo malas experiencias.
Estar expuesto a malas experiencias, como en los adultos, puede llevarlos a modificar sus actitudes. Las expectativas cuando hacen algo pueden ser altas. Por ejemplo, imaginemos que le dio un dulce al niño y después de esto hicieron otra piñata donde él o ella ahora no obtuvo nada y el niño al que le compartió una paleta no quiere darle nada o que después pelean por otra cosa y llegan los insultos, etc. En este sentido puede que su actitud empática se vuelva más selectiva o nula. Resulta comprensible, pero justo estar ahí para apoyar es lo importante.
La empatía les permitirá mirar que no se trata de algo personal, sino que mirando de cerca pueden entender su actitud y que tampoco está obligado hacerlo, que se trata de una cuestión que engrandece a quien lo hace y que aunque no siempre tendrá buenos resultados, si habrá algunos muy satisfactorios. También a la par podemos dotarlos del aprendizaje de sus derechos y límites, para que no salgan dañados en las interacciones.
Esperamos que este articulo te ayude a conocer un poco más algunas de las razones por las cuales un niño puede ser poco empático; cabe recalcar que cada niño es distinto y puede estar pasando por diversas circunstancias, y es por esto que el primer paso para averiguarlo es acércanos a él directamente.
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